Daniil Medvedev, el aguafiestas que escribe su propia historia
El Arthur Ashe Stadium se preparaba para una noche de fiesta, la fiesta de Novak Djokovic. Las más de 23.000 personas que llenaron el estadio por la consagración del número 1 del mundo como quien acude a un cumpleaños esperando agasajar al cumpleañero.
El serbio enfrentaba en esta final del US Open el partido más importante de su carrera. Tras más de quince años como tenista profesional estaba ante una posibilidad única. Alzarse con su título número 21 de Grand Slam, rompiendo así el triple empate en 20 con Nadal y Federer, y, al mismo tiempo, convertirse en el segundo jugador en la Era Abierta en ganar los cuatro Majors en un mismo año, emulando lo hecho por Rod Laver en 1969, quien miraba desde las gradas.
Estaba ante la oportunidad, en un solo partido, de quedarse con dos de los récords más difíciles que pueden existir en el tenis y que darían por terminada la discusión sobre el GOAT, tomando una ventaja clave sobre Rafa y Roger.
Si bien no llegó de la mejor manera a su novena final del US Open y 31 de GS, ambas marcas top, era el claro favorito a quedarse con el título por su historia y su jerarquía a la hora enfrentar partidos al mejor de cinco sets.
Sin embargo, su rival tenía otros planes. Daniil Medvedev jugaba su tercera final de Grand Slam, las dos anteriores con derrota, y quería comenzar a escribir su propia historia. Y vaya si lo hizo. Un contundente 6-4, 6-4 y 6-4 le dieron su primer título grande y a Nole la mayor decepción de su carrera.
Esta victoria, histórica por donde se la mire, se explica, en primer lugar, en la gran performance del ruso. En lo estrictamente tenístico no mostró falencias. Firme desde el servicio, tanto con el primero como con el segundo, y muy sólido desde el fondo de la pista con la derecha así como con el revés. Llegó a impacientar a Djokovic en esos largos peloteos que tuvieron lugar durante todo el partido, cuando suele ser él quien impacienta a sus rivales.
Desde lo estratégico, tal como lo detalló su entrenador Gilles Cervara en las horas posteriores a la final, la táctica empleada dio todos los frutos esperados. Jugar con potencia hacia posiciones centrales, para así dificultar que Nole logre abrir la cancha, y esperar el momento para buscar ángulos que le den la iniciativa del punto. En ningún momento pareció el número 1 del mundo encontrar el camino para lastimar a Medvedev, quien, además, estuvo con una brillante lectura del juego de su rival.
Muchas veces se ha visto que no es suficiente con jugar bien al tenis para vencer al serbio al mejor de cinco sets, sino que se necesita mantener ese buen nivel durante varias horas. Y eso hizo Daniil. A diferencia de lo hecho por Zverev dos días atrás, se mantuvo consistente a lo largo de todo el partido, no soltó el pie del acelerador en ningún momento y se llevó con mucho merecimiento la mayor victoria de su carrera.
Luego, en un segundo nivel de importancia, sí hay que decir que Djokovic no llegó de la mejor manera a esta final del US Open. Perdió sets en todos sus partidos, salvo en segunda ronda frente a Tallon Griekspoor, y dejaba muchas dudas con algunos rendimientos muy alejados de su mejor versión.
Además, en la previa de su llegada a Nueva York, debido a una lesión en uno de sus hombros, no había jugado oficialmente desde su derrota frente a Pablo Carreño Busta en el partido que le dio la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Tokio al español.
También cabe tomar como una posibilidad que los nervios le hayan jugado una mala pasada a un jugador que, muchas veces, parece no tenerlos. Lo que estaba por concretar era tan grande que pudo haberlo afectado, de algún modo, durante el partido. No era simplemente ganar el US Open, que de por sí es un gran logro, sino conquistar los cuatro Grand Slam en una misma temporada, algo casi inédito, y adueñarse del récord más importante que existe en el tenis con 21 coronas en Majors.
El peso de la historia y Medvedev atentaron contra sus aspiraciones, pero la historia continúa. Djokovic queda con 20, al igual que Nadal y Federer. Seguimos en 2022.